No es lo que sabemos lo que nos hace grandes... Ni lo que decimos, lo que nos hace sabios. Solo nuestras actitudes frente a la vida y la manera de percibir este mundo es lo que nos proyecta tal cual somos: individuos sumergidos en un mar de situaciones que, como las olas, van y vienen pero nunca se detienen.
Cuando ingreses a tu lugar de trabajo
¡Ora y pide iluminación de Dios Todo Poderoso
Saluda a tus colegas…¡Eso se llama Amistad!
Brinda a cada uno, lo mejor de ti mismo… ¡Eso se llama Sinceridad!
Elabora tu agenda y programa tu día… ¡Eso se llama Reflexión!
Ahora, con todo planeado… ¡Comienza a trabajar!… ¡Eso se llama Acción!
Acredita que todo saldrá bien…¡Es se llama Fe!
Realiza todo con alegría… ¡Eso se llama Entusiasmo!
Entrega lo mejor de ti… Eso se llama Perfección!
Ayuda a las personas que poseen más dificultades que tú… ¡Eso se llama Fraternidad!
Comprende, que no todos se encuentran en la misma sintonía… ¡Eso se llama Tolerancia!
Recibe las bendiciones con gratitud… ¡Eso se llama Humildad!
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