
Todos tenemos una mente con la que no hacemos más que pensar. Pensamos en el mañana, y también en el pasado mañana. El corazón nos dice: goza de este sentimiento de plenitud, mientras que la mente nos propone que especulemos sobre el futuro, que hagamos planes. Quiero encontrar mi paz, mi tranquilidad, mi alegría dentro de mí.
La mente es curiosa, solo quiere pensar e imaginar, vive del aire, pero el corazón se alimenta de sustancia. Cada día tengo que darle al corazón la sustancia del amor, de la paz, de la plenitud. Es lo que el corazón necesita.
A menudo creemos que las preguntas nos van a llevar a las respuestas, pero no tiene por qué ser así. Existe una clara distinción entre la esfera de las preguntas y la de las respuestas. Hay todo un océano de preguntas y ese océano carece de respuestas. Por otro lado, existe un océano de respuestas, en el cual no hay preguntas. A la mente le resulta muy atractivo llenarse de preguntas. Al corazón, llenarse de respuestas.
El Conocimiento proporciona respuestas que tal vez no corresponden a ninguna pregunta.
Es fundamental experimentar las cosas. Sin la experiencia, todo sería pura teoría. Es tan sencillo como la necesidad de beber agua cuando se tiene sed. Si el hambre no se satisface con teorías, entonces, cuando se trata de las necesidades esenciales de la vida, ¿por qué nos conformamos con teorías?
A lo largo de los siglos se ha oído una voz: “Lo que buscas está en tu interior. Tu verdad, tu alegría, tu paz están dentro de ti”. El corazón solo acepta aquello que se puede sentir, no las ideas producidas por la mente, sino lo que es real.
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