No es lo que sabemos lo que nos hace grandes... Ni lo que decimos, lo que nos hace sabios. Solo nuestras actitudes frente a la vida y la manera de percibir este mundo es lo que nos proyecta tal cual somos: individuos sumergidos en un mar de situaciones que, como las olas, van y vienen pero nunca se detienen.
Tengo envidia, siento pena.
Tengo envidia de tu ropa, / Porque roza tus lugares./
Siento pena de mi ropa, / Porque no llena tu copa. /
Tengo envidia de tu aliento, / Porque nada por tu boca. /
Siento pena de mi aliento, / Porque sabe a sufrimiento. /
Tengo envidia de tus cejas, / Porque están cerca a tus ojos. /
Siento pena de mis cejas, / Porque están llenas de quejas. /
Tengo envidia de tu llanto, / Porque toca tus mejillas. /
Siento pena de mi llanto, /
Porque es tanto… / Que no aguanto. /
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