Cuando tengas una pena refúgiate en lo hermoso de la vida.
Vive una mañana con alegría al despertar pensando que algo mejor nos ha de llegar.
Transforma la tarde, placentera, con tus risas; dándole a cada cosa el color perfecto.
Espera la noche con la esperanza que la otra mañana será aún mucho mejor, diciéndole gracias a Dios.
Porque cada mañana pasada, cada tarde vivida y cada noche soñada te haya hecho aminorar tu pena con una gran sonrisa a la vida.
Esa, nunca se agota; siempre y cuando del corazón te brote para hacer, una vez más, que siga viva la fe para poder enfrentar todos los grandes retos,todos esos escollos que como prueba la vida nos da.
Sonríe siempre, pues ésa será el arma poderosa para ganar tus grandes batallas en esta vida y en la otra, que quizás también nos haga falta.
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